La paloma torcaz, sin llegar a ser una de las piezas cinegéticas por excelencia, sí es una de las principales. Esta especie migratoria llega a España para invernar y es objeto de grandes cacerías, pese a lo cual está en perfecto equilibrio biológico. El disparo a la torcaz es sumamente difícil, por hacerse sobre una pieza en vuelo zigzagueante y, por lo general, a gran altura.
La torcaz es la mayor de las palomas europeas, con un peso medio de quinientos gramos. Su característica es una banda blanca en las alas y unas semilunas, también del mismo color, a los lados del cuello. Las que llegan ahora a España proceden de los países nórdicos y noroeste de la Unión Soviética, que emigran con la llegada del frío. A la Península Ibérica entran por los Pirineos occidentales, para asentarse en Extremadura y Andalucía, siempre por el mismo rumbo, a no ser que encuentren nieblas en los pasos montañosos. En su camino sobrevuelan los sistemas Ibérico y Central y, finalmente, se extienden por los encinares y alcornocales de las cuencas del Tajo y Guadiana, donde pasan el invierno realizando pequeñas migraciones locales.La paloma es una especie gregaria que se separa por parejas únicamente durante la estación de cría. Durante el resto del año vive en compactas bandadas cuya formación parece ser debida a la condición de búsqueda de alimento y de defensa de los de predadores. Cuando una bandada que sobrevuela una zona se percata de que hay torcaces comiendo, se confía y desciende para alimentarse también. Este arraigado sentido gregario es utilizado por los cazadores a través de los cimbeles.