Braco Alemán
Contemplar al Braco Alemán mientras avanza seguro, respirando el olor de las presas, es todo un espectáculo: su cuerpo armonioso y sólido se mantiene alerta y preparado para entrar en acción en cualquier momento. La nariz prominente es la que dirige, desde la punta del largo hocico, el rastreo.
Además tiene una silueta tan elegante, adornada con un precioso abrigo moteado, que pocos pueden resistirse a sus encantos como perro de compañía. El Braco casero reserva lo mejor del cazador para ofrecérselo a su familia: iniciativa, alegría, fidelidad, responsabilidad, etc.
También toda la energía de un trabajador incansable que se siente mucho más cómodo en el campo y que despliega demasiado nervio para entender las dudosas ventajas de vivir en un piso en medio de la ciudad.
No es de extrañar que el Braco sea uno de los perros de caza más apreciados, sus admiradores se deshacen en cumplidos y afirman que sabe hacerlo todo bien: desde levantar las piezas hasta llevarlas a las manos de su amo con la mayor delicadeza.
El Braco adolescente es un concentrado explosivo de energía y afectividad que debe ser canalizada adecuadamente a riesgo de que las plantas del jardín o el mobiliario de la casa sean víctimas de sus muchas ganas de jugar.
Para evitar estos y otros efectos catastróficos, el dueño de un Braco debe inventar mil y una formas de agotarlo lo suficiente, así como empezar cuanto antes con el adiestramiento de este alumno aventajado que siempre está deseoso de aprender.
Aunque en casa a veces hay que refrenar los excesos de este "loco de la caza", con los niños no hay que temer ninguna salida de tono: el Braco Alemán no sólo tiene ganas permanentes de jugar, sino que sabe lo que se trae entre manos y se comporta con exquisita delicadeza.
Braco aleman de pelo duro
Braco aleman de pelo corto